De pronto, la gente comenzó a quemarse, sin motivo y sin explicación. En medio de la calle, sentados en sus sillones o comiendo, estallaban en llamas. Shinra Kusakabe se apresura para no llegar tarde a su primer día de trabajo, pero hay un incendio en la estación del tren que debe abordar.
Llegan los bomberos para apagar el fuego, pero no son bomberos normales, son del cuerpo especial. Ahí comienza el camino de Shinra para cumplir una promesa que hizo hace mucho tiempo, y en cada oportunidad demostrará, gracias a su “habilidad”, que un héroe está hecho de algo más que deseos o promesas: el “homura bito” no es un fuego que se pueda apagar sólo con agua.