A Sora le entristece no poder hacer público que es gay. A pesar de esta pena, se anima a pintar un mural en la pared de “su cafetería secreta”. La madre de Sora ve cómo Nao le ayuda, y cree equivocadamente que existe una relación amorosa entre ellos.
Por otra parte, Mizuki presiona a Nao, insistiendo en que no tiene por qué esconderse si está saliendo con Sora. Sora y Nao deciden pedir consejo al dueño de la cafetería, que no oculta su homosexualidad. Sin embargo, en ese punto se revelan heridas del pasado…
La cafetería al lado del mar se convierte en el escenario de un drama que llega directamente al corazón.