La prioridad de huir de la policía provoca que Aiko olvide las heridas causadas por su madre, así que la infección en su abdomen avanza. Aun así, la esperanza de encontrar ayuda de un pariente lejano la mantiene en pie.
Oyasumi intuye el posible final, pero no está preparado para lo que realmente ocurre. Sachi sigue en su búsqueda, hasta que llega a un punto en que su destino queda grabado con el de Punpun.